4/26/2014

II, EL VOLUPTUOSO ELPENOR, DE EL "ZORZAL", DE SEFERIS

II

EL VOLUPTUOSO ELPENOR

Ayer lo vi detenerse ante mi puerta
al pie de mi ventana; serían quizá
las siete; con él estaba una mujer.
Tenía el aspecto de Elpenor antes de caer
y matarse, pero no estaba borracho.
Hablaba muy deprisa y ella
miraba ausente los gramófonos;
le interrumpía momentáneamente para decir una frase
y luego se ponía a mirar con ansia
adonde freían pescado, como una gata.
Él, con una colilla apagada en los labios, susurraba:
- "Escucha esto. Bajo la luna
las estatuas a veces se cimbrean como la caña
entre frutos vivientes- Las estatuas;
y la llama se vuelve adelfa fresca,
la llama que abrasa al hombre, me refiero".
- "Es la luz... sombra de la noche..."
- "Quizá la noche que se ha abierto, granada celestial,
oscuro regazo inundándote de estrellas
al fragmentar el tiempo.
Sin embargo las estatuas
a veces se cimbrean, partiendo en dos
el deseo como un durazno; y la llama
se vuelve beso en los miembros y sollozo,
después húmeda hoja que arrastra el viento;
se cimbrean, se vuelven ligeras, con un peso humano.
No lo olvides".

- "Las estatuas están en el museo".

- "No, te persiguen, ¿no lo ves?
te persiguen con sus miembros amputados,
con un rostro de otro tiempo que no conociste
y sin embargo reconoces.
Como cuando
al final de la juventud amas
a una mujer aún hermosa
y, mientras la posees desnuda al mediodía,
temes el recuerdo que se despierta en en abrazo,
temes que te traicione el beso
en otros lechos ya pasados de los que ahora
podría surgir un sortilegio
tan fácilmente, tan fácilmente y suscitar
fantasmas en el espejo, cuerpos que fueron un tiempo
su placer.
Como cuando
al volver de tierra extraña abres por azar
un viejo arcón cerrado desde hace mucho
y encuentras los jirones de ropa que llevaste
en horas felices, en fiestas rebosantes de luz
y de color, reflejos que del todo se apagaron
de los que sólo queda el aroma de la ausencia
de un rostro joven. En realidad no son esos
los despojos: la ruina eres tú.
Te persiguen con una extraña virginidad
en casa, en la oficina, en las recepciones
de gente importante, en el miedo inconfesable del sueño.
Hablan de incidencias que hubieras querido inexistentes
o que ocurrieran años después de tu muerte,
algo difícil porque..."

- "Las estatuas están en el museo.
Buenas noches".

- "... porque las estatuas no son reliquias,
somos nosotros. Las estatuas apenas se cimbrean... Buenas
     noches".    
Aquí se separaron. Él tomó la cuesta
que lleva hasta la Osa
y ella se encaminó hacia la playa luminosa
donde el oleaje ahoga el ruido de la radio.

Yorgos Seferis/ Pedro Bádenas de la Peña

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