Quien me conozca un poco sabe de mi gusto por ciertas obras que a la generalidad de los seres humanos le resultan plúmbeas. La sinfonía nº7 de Bruckner es una de ellas. Durante un tiempo creí que cualquier obra termina por compensar el trabajo de estudiarla. Y aunque no sucedió de esa manera en todos los casos, en otros, como éste, sí acerté.
Me ha conducido hasta Bruckner la relación que algunos editores de música clásica establecieron entre esta sinfonía y representaciones pictóricas decimonónicas de los Pirineos. En principio parecerían más adecuados los ultrarrománticos Alpes, en cuyas proximidades nació el músico austríaco, pero bienvenida sea esa otra asociación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario